Yo fui a las convivencias por casualidad, ya que tenía que acompañar a mi hermana, al principio no quería ir. Lo único que me gustaba de esa idea era el viaje en coche, pero al llegar me di cuenta de que me gustaba estar allí, ayudar a los ancianos y a las hermanitas, rezar vísperas, jugar con las postulantes y novicias, las misas diarias, etc.
Allí me di cuenta de que nos solemos dejar arrastrar por lo mundano y cuando estás allí y escuchas la llamada del señor, estás dispuesta a cumplirlo y te agrada, sea lo que sea, pero sin embargo cuando te dejas llevar por lo mundano, no escuchas claro lo que Dios quiere de ti o sabes que quiere, pero prefieres ignorarlo y haces que no lo escuchas.
La hermanita encargada de las convivencias era Sor Rosa, nada más levantarnos, íbamos a rezar, a continuación desayunábamos y después hacíamos un poco de catequesis o manualidades, después íbamos a ayudar a la hora de la comida, al acabar comíamos nosotras e íbamos a hacer la siesta, después de eso continuábamos con las manualidades, volvíamos a hacer voluntariado y por ultimo cenábamos, después llegaba la hora de jugar a juegos con las postulantes o /y novicias, para finalizar, nos íbamos a la cama.
Es una experiencia que recomendaría a todos y definitivamente pienso volver