El 15 de octubre fue un día de gozo y de acción de gracias al Señor por el don que nos hace con las hermanas que hoy hacen su Profesión perpetua, temporal o visten el hábito dando inicio a los dos años de noviciado. Es motivo de alegría el crecimiento en la Familia, por ello alabamos al Señor que las ha llamado a su servicio en nuestra Congregación y las felicitamos deseándoles una vida llena de felicidad, porque el que las llamó quiere saciar las aspiraciones más hondas de su ser.
Felicitarlas porque han sido llamadas a hacer de su vida una generosa donación de amor a Cristo, con un corazón indiviso, como respuesta a ese Amor eterno de Dios, percibido en un momento determinado de la historia de cada una y con el misterio de lo que es único. Donación que les lleva también a entregarse al cuidado esmerado del Jesús oculto, pero presente en nuestros queridos ancianos.
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